Mi exesposo y su amante se burlaron de mí en público dos años después de nuestro divorcio – Segundos después, les di una lección que nunca olvidarán

Esperaba no volver a encontrarme con mi exesposo y su amante después del divorcio, pero en cuanto me vieron, se burlaron de mi carrera, pensando que estaba arruinada. Por desgracia para ellos, ¡ahora tengo las de ganar!

Liam y yo estuvimos casados tres años. Éramos la pareja que la gente describía como “sólida”, predecible, estable, incluso un poco aburrida. Pero la verdadera naturaleza de mi marido acabó saliendo a la luz, y cuando me di cuenta de quién era en realidad, me negué a quedarme.

Una pareja feliz | Fuente: Pexels

Pensaba que tener una vida aburrida era seguro, y después de una infancia de caos, eso me parecía el paraíso. Mi esposo y yo teníamos trabajos decentes. Yo era coordinadora de marketing junior en un restaurante, y él estaba ascendiendo por la escalera corporativa en tecnología.

Pero, por encima de todo, queríamos ser padres. Esa era nuestra estrella polar. El primer año lo intentamos casualmente. El segundo año, lo intentamos médicamente. Al tercero, ¡por fin me quedé embarazada!

 
Una mujer embarazada sujetándose el vientre | Fuente: Pexels

Aún recuerdo cómo se le iluminó la cara cuando se lo conté. Estábamos en la cocina, con el sol atravesando la encimera, y le entregué un trajecito de bebé. Se echó a llorar. Y yo también.

Pero aquella alegría se desmoronó rápidamente. A las once semanas, sufrí un aborto. El fondo emocional se desplomó. Me convertí en un caparazón, pasando por los movimientos, entumecida por la pérdida. Me uní a un grupo de apoyo para el duelo. Pedí un permiso sin sueldo. Lloré al oler el talco para bebés en las farmacias.

Una mujer llorando | Fuente: Pexels

¿Pero Liam? Se volvió distante. Supuse que era su forma de hacer el duelo. Le di espacio, quizá demasiado.

Fue durante una de aquellas primeras sesiones de asesoramiento sobre el duelo cuando todo se vino abajo.

Se suponía que iba a estar fuera dos horas, pero la sesión terminó antes de tiempo, y yo no estaba dispuesta a volver a mi casa vacía. Mi marido se había negado a asistir conmigo, diciendo que aún necesitaba tiempo. Decidí no presionar, permitirle que hiciera el duelo a su manera.

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