Introducción
En un mundo cada vez más conectado digitalmente, los gestos humanos más simples pueden parecer insignificantes. Sin embargo, a menudo son estos pequeños actos los que reflejan la esencia de una cultura. Uno de ellos, el saludo cotidiano, marca una diferencia notable entre Estados Unidos y América Latina.
La observación de una extranjera que vive entre culturas
Ariannita La Gringa, una creadora de contenido conocida por compartir sus experiencias entre culturas, destaca en uno de sus videos algo que muchos notan pero pocos articulan: la manera en que la gente se saluda en la calle.
En Estados Unidos, lo más común es caminar sin cruzar miradas ni palabras con desconocidos. El espacio público suele estar marcado por la neutralidad y la distancia. En cambio, en muchos países latinoamericanos, el saludo es parte del día a día, incluso entre personas que no se conocen. Un “buenos días”, una sonrisa o un simple “hola” pueden surgir espontáneamente, sin esperar nada a cambio.
Un pequeño gesto, un gran impacto
Este acto, aparentemente trivial, tiene un efecto emocional poderoso: genera conexión. Es una muestra de humanidad y de reconocimiento mutuo. Nos recuerda que, a pesar de las prisas y el anonimato urbano, seguimos siendo personas compartiendo un mismo espacio.
El saludo en América Latina no es solo una formalidad; es un reflejo de una cultura basada en la cercanía, en el contacto humano, en el “te veo, existes”.
Más allá de comparar: valorar las diferencias
No se trata de decidir qué cultura lo hace “mejor” o “peor”. Cada sociedad tiene sus propias dinámicas y razones históricas. Pero sí podemos valorar la riqueza de estas diferencias. Entenderlas es el primer paso para generar empatía y abrirnos a nuevas formas de ver el mundo.